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El miedo y las fobias

El Mecanismo del Miedo y las fobias.

Si hay uno de los mecanismos más poderosos en nuestro cuerpo, es sin duda el miedo.


Si buscamos la causa de la mayoría de las enfermedades mentales, emocionales e incluso sociales,  veremos que, en el fondo, están relacionadas, con el miedo.
Si desea escuchar éste artículo en audio haga clic en este enlace https://www.ivoox.com/34221269

Ahora bien, hay que diferenciar entre el miedo patológico y el miedo funcional.


El miedo funcional actúa en nosotros como un agente de prevención y alerta, despierta funciones fisiológicas que normalmente están en pausa.

Cuando nuestro cuerpo y nuestros instintos se activan por una emergencia, este mecanismo funcional apresura muchas acciones que hacen que nuestros oídos se agudicen, nuestras pupilas se dilaten o se contraigan, nuestro corazón bombee más rápido para aportar más oxígeno y en un momento dado una vasoconstricción generalizada (ponernos pálidos) por si hay que huir o defenderse. También se pueden activar muchas de las funciones conocidas como PES (percepción extrasensorial); como puede llegar a ser la intuición, entre otras, dependiendo del grado de peligro que nuestro cuerpo detecte.

La parte instintiva es muy ancestral en nosotros, es nuestra parte más animal y básica en nuestro funcionamiento de autoprotección. 


Se encuentra en el conocido cerebro reptiliano, y es un mecanismo de sobrevivencia que funciona constantemente y a ciertos niveles. Se activa cuando detecta una amenaza y tiene tanto poder que nos motiva a la acción tanto para luchar como para huir del peligro. Dado que su función es protegernos para sobrevivir, está constantemente al asecho de cualquier amenaza, o sea, está sospechando de todo; mide, calcula y evalúa constantemente cualquier tipo de situaciones que puedan ponernos en peligro, de alguna forma es un paranoico. Siempre está dudando y viendo lo negativo en cada situación.
Siempre está dudando y viendo lo negativo en cada situación, ya que su función es protegernos y sobrevivir.

El miedo patológico

Aquí entramos a un lado oscuro e interesante, ya que el miedo patológico es una distorsión psicológica muy relacionada con el distrés. 

Estar sujeto a una sensación de miedo agudo por mucho tiempo y no poder salir de esa situación puede provocar que nuestro cerebro reptiliano la automatice como una función lo cual provocará un excesivo desgaste mental y físico, al cual podremos llegar a acostumbrarnos y ver la vida en forma de amenaza y que esto derive en diferentes enfermedades.

Para comprender los niveles del miedo patológico le he designado diferentes grados como son: El temor, la aprensión, el pánico, el pavor, el terror y las fobias.

Cuando uno se queda enganchado al temor, podemos estar en constante sospecha y crear un grado de paranoia (sensación de persecución, desconfianza y recelo), haciendo que veamos la vida de forma negativa.  


La causa de esto puede ser; una mala experiencia, un trauma o algo doloroso. Si por alguna razón no se supera (resiliencia), podemos entrar en una espiral patológica, en donde nuestro cerebro creará una serie de fantasías catastróficas que haremos que se cumplan. 

Eso que más tememos inconscientemente lo acabaremos provocando, y terminaremos diciéndonos… ¡viste te lo dije! 
 
Hay una serie de miedos que son más mentales que cerebrales, aunque puedo decir que hay una relación simbiótica en ambos, determinar el origen del miedo es importante, por ejemplo; si una madre paranoica que ha hecho crecer a sus hijos con mensajes de miedo, estos miedos son introyectos impuestos y no son propios de la persona por alguna experiencia.

Definir eso nos ayuda a establecer una ruta terapéutica.
Vamos a ver algunas de las sutilezas del miedo se ocultan con diferentes mascaras, por ejemplo:

• Miedo a lo desconocido o diferente y se muestra en forma de intolerancia o critica.

• Miedo al que dirán o a que piensen mal de nosotros, imposibilitándonos a decir "NO".

• Temor a equivocarse, por falta de confianza en si mismo, baja autoestima o demasiados mensajes de critica en el pasado.

• Miedo a perder el control, igual que en el caso anterior, pero con fantasías castradoras y catastróficas en grado sumo.

• Miedo a los cambios, se repiten los mismos errores porque se siente incapaz de salirse de la zona de confort porque se cree que no va a ser posible alcanzar algo mejor.

• Miedo a no ser querido o apreciado, convirtiéndose en una persona posesiva y controladora.

• Miedo a la realidad, por lo que se evade constantemente del presente, causando un grado esquizoide e incluso esquizofrénico.

• Miedo a la crítica por no cumplir una obligación, casos de personas que en su crecimiento les fueron autoimpuestas responsabilidades a través de la critica y de amenazas constantes.

• Miedo a equivocarse o a la decepción después de un desacierto, dándose por vencidos antes de volverlo a intentar.

• Miedo a no ser aceptados por los demás transformando esos sentimientos en envidia o celos, confundiendo el amor con falta de atención.

• Miedo a la incertidumbre del futuro, creando un estado esquizoide, buscando vivencias en el pasado e incluso deformándolas como forma de escape para no ver la realidad.

• Miedo y desconfianza a los resultados después de tomar una decisión, que se convierte en sentimientos de impaciencia e intolerancia, un grado alto de distrés que puede producir una falta de empatía.

• Miedo a lo desconocido, fantasías esquizoides, en donde nuestros miedos toman forma de monstruos o fantasmas. 

• Miedo en forma de preocupación patológica, que agobian y cansan a los que viven con ellos, porque desplazan sus temores en las demás personas.

• Miedo a tomar decisiones, la falta de claridad, por demasiadas opciones y todas tienen un “pero”.

• Miedo a relacionarse con los demás, un grado autista o falta de empatía que puede llegar a un estado psicótico.
Todas estas formas, son algunas de las mascaras que toma el miedo patológico y cada una tiene un hilo conductor que puede tener profundas raíces y mecanismos que imposibilitan el desarrollo personal.

No reconocer y superar nuestros miedos nos deja a merced de quienes conocen estos mecanismos y nos manipulan para conseguir sus objetivos. Quienes se aprovechan de esta situación, en el fondo, muestran otra forma de miedo, que, en lugar de huir, la han convertido en agresión activa o pasiva.

Sin embargo y aunque podamos identificarnos con todos o algunos de los miedos anteriores, no son sino un pequeño punto en medio del horizonte, una simple imposibilidad dada por un trauma, una mala experiencia o porque han sido impuestos.

Como seres más evolucionados tenemos también el cerebro límbico o emocional, que tiene mucho más poder que nuestro cerebro reptiliano, porque es capaz de tranquilizar y ayudar a esta parte instintiva a superar los miedos patológicos.

Por otro lado, está el neocórtex en donde radica el conocimiento y la inteligencia, que bien aspectado nos ayuda a comprender y a superar cualquier experiencia.

Llegados a este punto es importante comprender una parte del funcionamiento del cerebro, la mente y el YO.

Sabemos que el cerebro tiene muchas partes que nos ayudan con los aspectos intelectuales y funcionales, para que nuestro cuerpo pueda realizar diferentes acciones mecánicas. Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes, es la producción de neurotransmisores y hormonas que producen nuestras neuronas.

Para hacer una analogía comprensible voy a poner un ejemplo con un ordenador, podemos decir que el cerebro es el hardware (lo tangible) y la mente el software (lo no tangible), como son la información, los pensamientos, las ideas, etc.

Aunque todas estas funciones las identificamos en la cabeza y funcionan sincrónicamente, no son lo mismo.

Dependiendo de cómo codifiquemos una información en nuestra mente, nuestra red neuronal va a producir un tipo de neurotransmisores y neuropéptidos que nos harán sentir de una u otra forma. Un comentario, por ejemplo, puede producir una reacción placentera, agradable o molesta, más allá de la intención con la que se haya dicho.

En esta parte podemos decir que nuestra red neuronal no tiene un concepto de valores o ética, simplemente responde a los códigos que nuestra mente ha establecido como reales en determinadas experiencias.

Por lo tanto, es nuestra mente la que evalúa, determina, calcula cualquier situación por determinadas circunstancias. Sin embargo, al tener tantas opciones, a la mente le cuesta mucho trabajo tomar una decisión, pudiendo quedarse en un estado neurótico de; blanco o negro, lo hago o no lo hago, subo o bajo, doy el paso ahora o no….

El “YO” por otro lado, es nuestra parte más instintiva, intuitiva y emocional, que a final de cuentas toma las decisiones, por eso se dice en ventas que las decisiones son más emocionales que racionales.

EDUCANDO AL CEREBRO REPTILIANO

Es evidente que necesitamos saber cómo funcionan algunos de los aspectos psicológicos de nuestro cerebro y nuestra mente, para poder identificar cuando necesitamos la ayuda profesional.

No darnos cuenta de nuestras condiciones mentales, puede provocar situaciones complicadas tanto para nosotros como para quienes viven con nosotros.

Identificar los miedos patológicos es una forma de encontrar las pistas de nuestros conflictos, esos que nos impiden conseguir el equilibrio y la felicidad. 

Es importante comprender que, si nos mantenemos mucho tiempo en un estado de miedo patológico con un alto grado de distrés, podemos quedarnos enganchados y automatizar una realidad que no necesariamente existe en nuestro presente.

Es fundamental preguntarse sí hay un verdadero peligro en este momento; Si la respuesta es “NO”, entonces, hay que relajar a nuestro cerebro reptiliano diciéndole que se tranquilice porque no ha pasado nada, y que no hay un peligro inmediato.

De esta forma, si conseguimos relajar al cerebro reptiliano, el cerebro límbico provocará neurotransmisores más placenteros y calmados, permitiéndonos poder ver con nuestro neocórtex soluciones y respuestas que antes parecían no tener salida.

Cuando hemos llegado al “darnos cuenta de…” podremos que resolver algunos conflictos emocionales, se puede trabajar la psicoterapia combinada con la Biorresonancia quántica para conseguir no sólo cambios psicológicos y mentales, sino también celularmente, ya que nuestras células tienen memoria y codifican emociones. Es importante limpiarlas a ese nivel para evitar que en un momento determinado se reaccione ante una situación conflictiva, de la misma forma que se venía haciendo, obligando a la mente a retomar el estado entrópico anterior aprendido, que es a lo que estaba acostumbrada, y provocar que se repitan los mismos errores.

Dependerá de nuestra capacidad de “darnos cuenta de…” si el paradigma con el que estamos viviendo a sido el causante del tipo de vida que tenemos. Conocer las puertas de los miedos una forma de identificar lo que es necesario transformar.

Dr. Eduardo González Coeto
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