Todas estas formas, son algunas de las mascaras que toma el miedo patológico y cada una tiene un hilo conductor que puede tener profundas raíces y mecanismos que imposibilitan el desarrollo personal.
No reconocer y superar nuestros miedos nos deja a merced de quienes conocen estos mecanismos y nos manipulan para conseguir sus objetivos. Quienes se aprovechan de esta situación, en el fondo, muestran otra forma de miedo, que, en lugar de huir, la han convertido en agresión activa o pasiva.
Sin embargo y aunque podamos identificarnos con todos o algunos de los miedos anteriores, no son sino un pequeño punto en medio del horizonte, una simple imposibilidad dada por un trauma, una mala experiencia o porque han sido impuestos.
Como seres más evolucionados tenemos también el cerebro límbico o emocional, que tiene mucho más poder que nuestro cerebro reptiliano, porque es capaz de tranquilizar y ayudar a esta parte instintiva a superar los miedos patológicos.
Por otro lado, está el neocórtex en donde radica el conocimiento y la inteligencia, que bien aspectado nos ayuda a comprender y a superar cualquier experiencia.
Llegados a este punto es importante comprender una parte del funcionamiento del cerebro, la mente y el YO.
Sabemos que el cerebro tiene muchas partes que nos ayudan con los aspectos intelectuales y funcionales, para que nuestro cuerpo pueda realizar diferentes acciones mecánicas. Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes, es la producción de neurotransmisores y hormonas que producen nuestras neuronas.
Para hacer una analogía comprensible voy a poner un ejemplo con un ordenador, podemos decir que el cerebro es el hardware (lo tangible) y la mente el software (lo no tangible), como son la información, los pensamientos, las ideas, etc.
Aunque todas estas funciones las identificamos en la cabeza y funcionan sincrónicamente, no son lo mismo.
Dependiendo de cómo codifiquemos una información en nuestra mente, nuestra red neuronal va a producir un tipo de neurotransmisores y neuropéptidos que nos harán sentir de una u otra forma. Un comentario, por ejemplo, puede producir una reacción placentera, agradable o molesta, más allá de la intención con la que se haya dicho.
En esta parte podemos decir que nuestra red neuronal no tiene un concepto de valores o ética, simplemente responde a los códigos que nuestra mente ha establecido como reales en determinadas experiencias.
Por lo tanto, es nuestra mente la que evalúa, determina, calcula cualquier situación por determinadas circunstancias. Sin embargo, al tener tantas opciones, a la mente le cuesta mucho trabajo tomar una decisión, pudiendo quedarse en un estado neurótico de; blanco o negro, lo hago o no lo hago, subo o bajo, doy el paso ahora o no….
El “YO” por otro lado, es nuestra parte más instintiva, intuitiva y emocional, que a final de cuentas toma las decisiones, por eso se dice en ventas que las decisiones son más emocionales que racionales.