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Itzaes

The Water Wizards

TZAES

Los Brujos del Agua


Esta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hicieron. Ya todo pasó. Ellos hablan con sus propias palabras y así acaso no todo se entienda de su significado; pero derechamente, tal como pasó todo, así está escrito. Ya será otra vez muy bien explicado todo. Y tal vez no será malo...


Verdaderamente muchos eran sus "Verdaderos Hombres". No para vender traiciones gustaban de unirse unos con otros; pero no está a la vista todo lo que hay dentro de esto, ni cuánto ha de ser explicado. Los que lo saben vienen del gran linaje de nosotros, Los hombres mayas. Esos sabrán el significado de lo que hay aquí cuando lo lean. Y entonces lo verán y entonces lo explicarán y entonces serán claros los oscuros signos del Katún... Porque ellos son los sacerdotes. Los sacerdotes se acabaron, pero no se acabó su nombre, antiguo como ellos."


Mercedes de la Garza

Tepoztlán, Junio de 1984

LA SABIDURÍA ANCESTRAL PERDURARÁ MIENTRAS LAS ESTRELLAS ILUMINEN EL FIRMAMENTO


de Antonio Mediz Bolio.


I

Sin que nadie se las haya dicho, el indio sabe muchas cosas.


El indio lee con sus ojos tristes lo que escriben las estrellas que pasan volando, lo que está escondido en el agua muerta del fondo de las grutas, lo que está grabado en el fondo de la sabana en la pezuña del ciervo fugitivo.


El oído del indio escucha lo que dicen los pájaros sabios cuando se apaga el sol, y oye hablar a los árboles en el silencio de la noche y a las piedras doradas por la luz del amanecer.


Nadie le ha enseñado a ver ni a oír ni a entender estas cosas misteriosas y grandes, pero él sabe. Sabe, y no dice nada. El indio habla solamente con las sombras. 


Cuando el indio duerme su fatiga, está hablando con aquellos que le escuchan y está escuchando a aquellos que le hablan. Cuando despierta, sabe más que antes y calla más que antes.

II



De día el indio camina con los ojos fijos en la tierra y deja que el sol arda sobre su cabeza y tueste su espalda desnuda.



At night, the Indian raises his forehead and looks at the stars that fall into his eyes, and then the depths of his chest are filled with light. If you can ever look deeply into his eyes, you will see that there is hidden a spark that is like a beautiful star and that burns within the shadows.


That light illuminates him and shows him the way. But no one, not even he himself, knows who lit it. Wrapped in his sad darkness, he goes everywhere, and sees.


He sees what everyone else can see, and more. Don't ask him, because he won't tell you. The evening wind and the late night breeze speak to the Indian's heart, as if they were echoes of voices that only he understands in the silence.


When the Indian bends over the ground, he hears a very sweet voice, like the music of a mother's song lulling her child to sleep. And if you could see him then, you would see him smile like a little child.


And as he places the seeds in the hole, his hand caresses the earth and their gazes fill with tenderness. Then the Indian leaves and lies down to rest on the earth which is to him like the lap of a beloved woman.


The love that is in the nights of the Indian who sleeps embraced by the earth, wrapped in the air and covered by the stars of the sky, is what only he knows and what he tells no one, and so many things that are only for him. If he did not have these things, what would he have? Think of this what you will; but if you need to find out something about himself, try to guess it and do not ask him.


III


The Indian of the Mayab knows that before him, long before him, other men populated his land and made it beautiful and powerful.


 Eran hombres santos, llenos de sabiduría. Cada uno de ellos había conocido a los dioses.


No vinieron de ninguno de los rumbos de la tierra ni del mar. Aquí fueron, porque aquí los hizo Aquél cuyo nombre se dice suspirando.


Eran hombres hermosos y valientes y daban amor y misericordia. El Señor Zamná, el Padre de todos, estaba entre ellos; su mano, obradora de las maravillas del mundo, se levantaba en alto para conducirlos y mandarlos.


Y los curaba de los males de su cuerpo, y les daba calor para encender sus espíritus que así estaban siempre en la claridad del cielo


Ellos hicieron templos altos y resplandecientes en que los hombres de cerca y de lejos vinieron a adorar, Al que no tiene nombre y está arriba.


Ellos levantaron las grandes casas blancas en que los Maestros enseñaron la Sabiduría.


Ellos edificaron con piedras las Ciudades Antiguas en que los dioses habitaron con los hombres. Ellos hicieron Itzmal, a Muútul, a T’ho y a Chichén Itzá y alrededor de ellas a trescientas siete ciudades.


Yaax-Chilám y Palenke eran nombradas aquellas en que moraban los poderoso sabios del Sur. Uxmal, la que estaba hecha pero no se veía, era la ciudad de los espíritus que viven en el aire y en la tierra.


Un día, esta grande ciudad de Uxmal se levantó visible para los ojos de los hombres y fue maravillosa y soberbia; pero después de ese día cambiaron los tiempos del Mayab.


Y esto se cuenta cuando es conveniente.


La primera ciudad de todas las ciudades fue Itzmal, la de los templos en que no había dioses labrados en oro, ni en madera, ni en piedra, ni en barro, porque en esos días el corazón de los hombres estaban limpios de iniquidad, y ellos veían a los dioses dentro de sí mismos y en su derredor, y no les era preciso representarlos con imágenes.


La última de las ciudades fue Maní… ¡Maní! ¡Maní…! El indio llora cuando dice este nombre, que quiere decir que todo pasó.


Cómo fue Maní y cómo hubo de acabar una relación triste que solo se dice cuando es preciso. El que sabe del Mayab y ha llorado sus lágrimas, sabe como fue.xto.  

 

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