Por Eduardo González Coeto
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20 de febrero de 2025
1. El dinero como energía En otros videos he mencionado que el dinero no es un objeto real como lo es la comida, una casa o la ropa. Más bien, podemos entenderlo como una forma de energía a la que le asignamos un valor. Este valor representa el esfuerzo, tiempo, conocimiento o solución de un problema, entre otros factores. Ejemplo práctico: Si realizas un trabajo freelance y recibes un pago digital, no hay un billete físico en tus manos, sino una transferencia de valor (energía) que se refleja en números en tu cuenta. Los billetes, monedas, metales preciosos o joyas son solo símbolos materiales que utilizamos para medir e intercambiar esta energía. Una vez que entiendas esto, comprendes que tú mismo eres quien genera esa energía y, por ende, tu riqueza. 2. La PNL y la valoración personal Para profundizar en esta idea de que “el dinero es lo que eres tú”, podemos apoyarnos en la Programación Neurolingüística (PNL). Esta herramienta nos ayuda a trabajar con nuestras creencias y comportamientos para desarrollar nuestro valor personal . Cuando hablamos de “valor”, no se trata solo de autoestima, sino de cómo te percibes a ti mismo en relación con los demás y con lo que le ofreces al mundo. 3. Vender es intercambiar energía Muchas veces, la palabra “ventas” tiene mala fama. Sin embargo, todos estamos constantemente vendiendo algo : nuestro tiempo, nuestras ideas, nuestro talento. En realidad, estamos intercambiando energía con otras personas. Cuando buscas empleo, vendes tus habilidades. Cuando buscas una relación, vendes (o muestras) tu forma de ser y tu compañía. Cuando ofreces un producto o servicio, vendes la solución que propones y la experiencia que das. La clave está en comprender que las personas toman decisiones basadas en sus emociones y en la satisfacción que obtienen, más que en las características técnicas de lo que les ofreces. Por lo tanto, “Vender es un acto de amor” Si partimos de la premisa de que la vida es un flujo constante de dar y recibir, entonces vender no es solo una transacción económica, sino un intercambio de valor, confianza y transformación. Tu pregunta final es clave: "¿Qué le ofreces a la vida más allá del dinero?". Esto invita a reflexionar sobre el propósito y la contribución que cada persona hace al mundo, reforzando la idea de que la riqueza no es solo material, sino también emocional, intelectual y espiritual. Cuando dejes de hacer las cosas solo por obtener dinero, verás que dejará de ser una prioridad. Tu verdadera prioridad debe ser encontrar la felicidad, porque, al final, ese es el propósito real de hacer riqueza. Si te obsesionas con acumular más dinero y más bienes creyendo que ellos te darán la felicidad, perderás el verdadero objetivo de tu existencia. El dinero y los objetos son solo herramientas, no el fin último. Cuando termine tu tiempo en esta vida, todo eso se quedará aquí. El dinero es una herramienta poderosa cuando está alineado con tu propósito, pero se convierte en una carga cuando es tu único objetivo. La verdadera riqueza no está en lo que acumulas, sino en lo que eres y en lo que compartes. Piensa en el dinero como el oxígeno: necesario para vivir, pero si solo te enfocas en él, te olvidarás de respirar la vida misma. Cuando vives con propósito, el dinero fluye naturalmente hacia ti, como el aire a tus pulmones cuando te relajas y confías en el proceso. Cuando pones tu energía en servir, crecer y aportar valor, el dinero llega como consecuencia, no como una obsesión. La clave está en encontrar tu misión, vivir con sentido y disfrutar el camino, sabiendo que la verdadera abundancia es un reflejo de lo que das al mundo. Has una lista de las 100 cosas que no te cuestan ni tienes que pagar por estas y otra de las que tienes que pagar y compáralas. Te llevarás una sorpresa. 4. El diagrama de Venn: Apertura, Demostración y Cierre Imagina un diagrama de Venn con dos círculos que se superponen ligeramente. Círculo izquierdo (Apertura): Se refiere a cómo inicias la comunicación o la relación. Círculo derecho (Cierre): Es la fase en la que concretas o finalizas la interacción (por ejemplo, cuando un cliente decide comprar, o una persona acepta tu propuesta). Zona de intersección (Demostración): Es donde presentas tu valor, escuchas a la otra persona y ajustas tu oferta (o tu actitud) a sus necesidades. Apertura: No puedes cerrar lo que antes no has abierto. Por eso, para que alguien te comprenda o te escuche, necesitas mostrar interés genuino , sonreír y practicar la empatía. Un ejemplo sencillo es romper el hielo con un comentario amable sobre algo que la otra persona trae puesto o una situación que comparten (mascota, evento, etc.). Evita ser invasivo o forzar la conversación; basta con un gesto cordial para empezar. Demostración: En esta fase muestras tu propuesta o tu valor. No es solo “hablar de ti”, sino escuchar activamente lo que la otra persona necesita y adaptar tu mensaje a ello. Cierre: Una vez que la persona comprende lo que ofreces, llega el momento de concretar. Puede ser un acuerdo, una compra o simplemente el paso a la siguiente fase de la relación (laboral, personal, etc.). Si no hubo una buena apertura ni demostraste con claridad tu valor, será difícil llegar a un cierre positivo. 5. ¿Qué es lo que vendes (o te vende a ti)? En situaciones de crisis, vender (o mostrar nuestro valor) se vuelve aún más importante. Cuando abunda el dinero, es más fácil esperar pasivamente a que las oportunidades lleguen. Sin embargo, en momentos de escasez, destacar con tu energía y tu propuesta se convierte en una necesidad. Recuerda que la gente no compra solo productos o servicios, compra la experiencia, la confianza y la emoción que percibe en tu oferta. 6. La “vibración” de tu negocio o entorno Si sientes que tu negocio o proyecto no avanza, pregúntate primero: ¿Cómo está mi actitud, mi forma de ver las cosas? ¿Estoy transmitiendo seguridad, pasión y energía positiva? Tu equipo o colaboradores tienden a alinearse con tu propia “vibración” (tu actitud, tu energía, tu estado emocional). Esto puede ocurrir tanto en un negocio como en la vida personal: atraemos lo que reflejamos . Si tú mismo no crees en tu proyecto, tu negocio lo reflejará. Si tienes empleados, ellos pueden terminar contagiándose de tu estado de ánimo o tu manera de trabajar. 7. Reflexión final y llamado a la acción “Puedes vivir en un paraíso, pero si insistes en convertirlo en un infierno, ¿cómo crees que te saldrán las cosas?” Lo primero que debes mejorar es tu relación contigo mismo y con la vida. Todo empieza con tu mentalidad y la forma en que te comunicas con los demás. Ejercicio sencillo Lista de cualidades: Anota en un papel tus principales fortalezas, tanto personales como profesionales. Identifica tu oferta: ¿Qué solucionas o qué aportas con esas cualidades? Practica la apertura: La próxima vez que conozcas a alguien, inicia la conversación con un interés genuino por la otra persona (un comentario amable o una pregunta sincera). Evalúa tu vibración: Observa si estás transmitiendo confianza, empatía y alegría. Si notas bloqueos, reflexiona en qué podrías mejorar. Recuerda: el dinero es energía y esa energía parte de ti. Ajustar tu actitud, tu forma de comunicar y tu apertura hacia los demás te ayudará a transformar tu valor personal en resultados concretos. ¡Mucho éxito en el camino! Dr. Eduardo González Coeto.